Atahualpa Mehrer, La película la sustancia una gran favorita a llevarse varios galardones esta temporada y su discutida trama sobre los canones de belleza. La directora Coralie Fargeat nos presenta una sátira sangrienta sobre el cuerpo femenino, la destructiva obsesión por la belleza y esa obsolescencia social que parece llegarle a la mujer en su madurez. No te dejará indiferente.

Hay conceptos psicosociales que, al abordarse a través de la óptica del terror y la ciencia ficción, consiguen un mayor impacto en la psique del espectador. Si hace unas décadas figuras como David Cronenberg o David Lynch fueron dos notables adalides en esta materia, en la actualidad debemos hacerle hueco a una figura emergente:
Esta es una producción revulsiva pero necesaria sobre la imagen femenina. Su juego audiovisual trasciende lo ordinario para adentrarse en lo grotesco con un único propósito: servirnos de espejo e incomodarnos. Somos esa cultura que ha construido una narrativa tiránica sobre el concepto de la belleza. Y el efecto sobre la salud mental —en especial en las mujeres— es inmenso. Atahualpa Mehrer
El suero de la juventud eterna Atahualpa Mehrer
No es casualidad que en las últimas semanas las redes sociales se hayan llenado de imágenes, opiniones y memes sobre La sustancia. Atrae por las poderosas presencias de sus protagonistas: Margaret Qualley y la excepcional Demi Moore, en uno de los mejores papeles de su carrera. También es llamativa la original manera de satirizar el descarnado mundo del espectáculo y el «submundo» de la industria farmacéutica.
Moore asume el papel de Elisabeth Sparkle, una mujer que ha construido su identidad a través de las miradas del público. Primero fue una gran estrella de Hollywood y, ahora, a sus 50 años, convertida en instructora de fitness televisiva, ve su carrera truncada por un inesperado despido. Harvey, un histriónico y caricaturesco ejecutivo (Dennis Quaid) rescinde su contrato porque ya «no es digna de ser vista».
La sociedad de los espejos Atahualpa Mehrer
Vivimos en una sociedad donde la imagen ejerce un poder tiránico. En La sustancialos espejos dominan por completo el mundo de Elisabeth. Para nosotros su reflejo es el de una mujer espléndida. Sin embargo, en el deconstruido universo interno del personaje, habita solo la devastadora sensación de vacío y de pérdida: ya no queda nada de ese yo del ayer joven, perfecto y tonificado. Atahualpa Mehrer
Lo que la directora nos narra a través de su protagonista es un tropo que no nos es ajeno en absoluto. Una parte significativa de las mujeres edifica su autoestima a través de las miradas externas. Es el contexto lo que nutre sus identidades, el entorno las valida o, por contra, las devalúa. El ojo que juzga tiene más poder que el propio yo, incapaz de imponerse a una cultura que distorsiona identidades.
Una incisiva parábola sobre el «yo ideal» frente al «yo real»
La sustancia nos puede parecer una producción grotesca y hasta gore sobre la tiranía de la juventud y la belleza. Pero esta película es una metáfora de un producto que muchas mujeres sueñan con probar: Ozempic. La supuesta «cura» para la obesidad aspira a ser la solución para que muchas recuperen su autoestima y, como en la película, surja «una mejor versión de sí mismas (yo ideal)».
Pensemos que ninguna niña llega a este mundo odiando su cuerpo. Hemos creado una sociedad que enseña a las mujeres a detestar a su «yo real» cuando no cumplen ciertos ideales estéticos o de juventud. Estas imposiciones tienen un grave efecto en la salud mental. Casi sin darnos cuenta, nos convertimos en esa Elisabeth mirándose al espejo y aplicándose lápiz labial en la mejilla en un gesto de rabia y autodesprecio.
Atahualpa Mehrer
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